domingo, 17 de julio de 2011

UN INSTANTE DE FELICIDAD AL FINAL DE SUS DÍAS

Durante las prácticas clínicas con mis estudiantes tuvimos una bella experiencia en el cuidado a un adulto mayor de 94 años, estaba hospitalizado por tercera vez en el año, ya todos lo conocíamos en el servicio, pues tenía una  mirada que invitaba a todos a acercarse a él y conversarle.
Bueno, es así como una de mis estudiantes empezó a interactuar con él, en un inicio en su rostro podía ver el temor que le ocasionaba acercarse a una persona que estaba con mucha huella de la enfermedad que le aquejaba, en diferentes momentos conversé con ella, dandole motivos para que no se desanimara porque la experiencia que se le estaba presentando jamás la iba a poder olvidar, porque el acercamiento al adulto mayor llena nuestra alma de un sabor a gloria, a entendimiento, a paz.
Los días pasaron y pude ver en ella  el acercamiento a Don Teófilo que siempre estuve convencida se podía dar,  ese acercamiento que  en los libros nos describen como el toque terapéutico, esa percepción y sensibilidad  para aproximarse al otro, para posibilitar una plena expresión del que comunica y del que es comunicado y que se convierte en un tipo de cuidado más diferenciado porque aún  con solo  una mirada ambas personas aprendemos a conectarnos y comprender el dolor, la angustia, la necesidad  del otro.
En verdad que me sentía contenta porque siempre he estado convencida que el cuidado humano se logra desde los primeros inicios de la profesión, cuando aun adolescentes empezamos a interactuar con nuestro ser cuidado y el miedo nos invade a través de una gran interrogante : ¿ese ser humano que está postrado en una cama será capaz de aceptar mi cuidado? y si lo hago mal?? y que emoción cuando somos aceptadas por esta persona que está  muy desvalida, y tan ansiada de nuestros cuidados. Este es un acontecimiento sin igual, allí en ese momento toda enfermera a  mi parecer aprende a cuidar con humanidad.
Eso logré ver en Carmen ya tenía la semillita en su corazón y era solo  cuestión de tiempo ver los resultados. Ella había logrado esa compenetración, ese amor a la profesión y a ese ser humano que cada día la esperaba para compartir en un momentos sus experiencias y sus vivencias.
Antes de culminar la práctica clínica, Carmen y el resto de estudiantes me comentaron que al día siguiente Don Teófilo cumplía 94 años y querían celebrarle. Preparamos todo para el día siguiente, pedí  a la Coordinadora de nuestro servicio apoyara esta idea y lo hizo.
Al día siguiente teníamos torta, dulces, globos, y por encima de ello, teníamos las grandes ganas de ver a una persona felíz aun en su dolor. En verdad que bellos momentos, desde ver a don Teófilo que de una mirada de tristeza pasara aun rostro sonriente y alegre, de sorpresa, de emoción, ver a su hija derramando lágrimas de agradecimiento por ese momento regalado por las estudiantes.
Fue un gran día donde todos aprendimos a crecer como personas y a robarle a Don Teófilo una sonrisa detenida en el tiempo y en la soledad de una cama en el hospital.
Pasaron dos días, y recibí una llamada telefónica de una compañera de trabajo, él había fallecido, lo triste fue que no nos pudimos despedir de él, lo grande fue que nos quedó la alegría de ese pequeño instante que él vivió al lado de nosotras y fue felíz.

2 comentarios:

  1. Fue una muy linda experiencia al compartir con el momentos importantes e inolvidables en nuestras vidas que no solo nos dio sabiduría también saber que podemos y somos capaces de de brindar cuidados, apoyo y lo mas importante también de dar un poquito de felicidad y bienestar a aquellas personas que tanto necesitan de nosotras.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Asi es Taty, sigue repartiendo la semillita del amor hacia el cuidado de las personas

      Eliminar