domingo, 17 de julio de 2011

CUANDO LA ENFERMEDAD TERMINAL NOS VISITA

En países desarrollados, la mayoría (71%) de las personas  mueren en instituciones, especialmente hospitales,y sólo 24% en la casa; sin embargo, al preguntarle a las personas en etapa  terminal dónde preferirían morir, la gran mayoría eligió su casa. Hay muchas razones para ello: los síntomas pueden ser de difícil control o sobreviene una crisis; por ejemplo, el inicio de un dolor intenso, vómitos, disnea, etcétera.
Enfrentar una enfermedad terminal representa todo un desafío, no solo para la persona quien la padece y la sufre sino también para su familia.
En mi experiencia como Enfermera he llegado a comprender la importancia de respetar la dignidad de la persona enferma de principio a fin. He visto  con frecuencia  que  el dolor es el síntoma más relevante y el más temido por la persona  y su familia. El sufrimiento va más allá, agregando la percepción de un sentimiento de irrecuperabilidad o la imposibilidad de encontrar un sentido al proceso por el que se está muriendo. El alivio del sufrimiento requiere de técnicas psicológicas para lograr una sintonía con los sentimientos de la persona.  Es importante también tener en cuenta el apoyo espiritual y religioso, cuando es factible o pertinente, facilita la aceptación y la resignación frente a la enfermedad y la muerte, atenuando el sufrimiento. Siempre se deben evidenciar síntomas o signos que revelen angustia, ansiedad, dolor y  soledad. El origen y naturaleza de los síntomas alarmantes deben ser explicados. Esto logra disminución de la angustia y la sensación de estar bajo el control de alguien.
Como Enfermeras, en algún momento de nuestro cotidiano nos ha tocado cuidar a una persona con enfermedad terminal, y debemos tener en cuenta estos aspectos arriba conversados, asimismo cuando veamos que el fin es ya inminente, después de satisfacer todas sus necesidades físicas nunca olvidemos tomar a la persona  de la mano para reconfortarla y a través de nuestra cercanía hacerla sentir  que no está sola, tener presente también  que a pesar de estar a veces "inconsciente" sigue escuchándonos hasta el último momento, hasta su último suspiro.

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